sábado, 5 de junio de 2010

Donde grita la roca sus vientos


Sostengo de mis labios

las secas hojas, relucen sobre el agua oscura

del charco de otoño

y la herrumbre de océanos

me muestran los pirueteos proscritos,

y te ocultas donde grita la roca

sus vientos,

y amenaza a un barco a la deriva.

Artesano, artillero,

secreto que llevas audible fuego,

entras a mis feudos, violas mi ascetismo,

pináculo de gloria de una flor que acunas.

Me asedias con el frío perpetuo de tu sombra,

enjuta,

por tu repetido hálito, cuando me nombras

y me nombras, y me besas y me besas,

volcán de mis desbocados reflujos,

cedo a tu asedio, sin embargo, maldita sea.

¿Ve alguien los vastos soles de donde soy?

¿veían cuando me asfixiaba con una lágrima

o un hilillo de mi voz amanecida?

Ahí vi el reflejo de mis rasgos

cuando en mi vientre rugieron los anidados

miocardios henchidos,

ansiosos se debatieron halcones con sus zarpas,

se disputaron lo que parecía mi carne.

Tengo el Apocalipsis y un lirio rosa

colgado de mi barbilla abúlica.

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