Así prefiero sin tristeza
saber que tus fauces me entregan
un beso delirante en los mundos convulsos
para olvidar el mundo.
Así prefiero cuando
el respiro se hace laborioso
y la vida empequeñece tu quehacer.
Así prefiero
que tus manos sean raigambre
en mis carnes
y me amoldes a tu boca y a tu luna, a tu sombra
y a tu cuerpo.
Así prefiero,
me sobrecoja el gemido
desde tu océano de estación secreta
tumultuosa de noches, de madrugadas
que portas en tu mano, en su concavidad plácida
y en tu cadencia fálica
cuando impulsa en mi corazón un aleteo
a tu mar adentro.
Así prefiero el mundo hecho muslos abiertos,
entroncado a la tierra con mi nombre
en la extensión irredenta,
luego magma se quede en el tiempo.
Así prefiero en fugacidad tu beso
y yo te daré mi boca, mis abismos
con todos sus cráteres
en imbatible fuego.
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